El principal propósito de la secuencia didáctica era fortalecer la comprensión del texto narrativo , y para ello, se trabajaron varios cuentos, talleres y actividades en clase que afianzaran los conocimientos y las aptitudes para ese fin.
La fase de Inicio consta de:
- Presentación de los docentes y del contrato didáctico.
-Presentación de la agenda de trabajo.
-Acercamiento al concepto de literatura -resaltando su importancia en el mundo actual.
- Acercamiento al concepto de texto narrativo.
Fase de desarrollo:
- Preguntas desestabilizadoras (¿Porqué reaccionó así x o y personaje? ¿Qué sería lo que pensaba en ese momento?...)
- Teorización acerca de los componentes del cuento: inicio, nudo y desenlace. Además de personajes, acciones, lugares y tiempo.
Fase final:
Socialización y retroalimentación de todos los conceptos y apropiación significativa.
Tras la lectura de "una cena elegante" se dejó un taller para elaborar en casa:
Según los tipos de personajes en el cuento “Una cena elegante”, escribe quién es:
El personaje principal________________________________________
Los personajes secundarios____________________________________
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¿En qué lugares suceden los hechos en el cuento “Una cena elegante”?
¿Cuánto tiempo duraron los sucesos en el cuento “Una cena elegante”?
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Según la estructura del cuento “Una cena elegante”, ¿cuál es su inicio, su nudo y desenlace?
Inicio_________________________________________________________
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Nudo______________________________________________________________________________________________________________________
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Desenlace______________________________________________________
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Si pudieras cambiar el final del cuento, ¿cuál sería?___________________
El estofado del lobo (Keiko Kasza)
Había una vez un lobo al que le gustaba comer más que cualquier otra cosa en el mundo. Apenas terminaba una comida, empezaba a pensar en la próxima.
Un día, al lobo le dio antojo de estofado de pollo. Pasó el día en el bosque buscando un pollo apetitoso y finalmente vio una gallina. "¡Ah! es justo lo que necesito". El lobo acechó a su presa hasta que la tuvo cerca, pero cuando ya la iba a agarrar... se le ocurrió otra idea.
"Si hubiera forma de engordar esta ave un poco más, tendría más carne para comer", se dijo. El lobo corrió a casa y se puso a cocinar.
Primero hizo cien deliciosos panqueques, y por la noche los dejó en la puerta de la casa de la gallina. - Come bien, gallinita querida. ¡Ponte gorda y sabrosa para mi estofado!
La noche siguiente, le llevó a la gallina cien apetitosas rosquillas.
- Come bien, gallinita mía. ¡Ponte gorda y sabrosa para mi estofado!, le dijo.
Al día siguiente le llevó un apetitoso pastel, que pesaba más de cien kilos, y relamiéndose le dijo:
- Come bien, gallinita linda. ¡Ponte gorda y sabrosa para mi estofado!
- Por fin llegó la noche que el lobo había estado esperando. Puso una enorme olla al fuego y salió alegremente a buscar su comida. "Esa gallinita debe estar tan gorda como un balón", pensó. "Voy a verla".
Pero apenas se asomó a espiar por el ojo de la cerradura... la puerta se abrió y la gallina cacareó:
- ¡Ah! ¡Así que era usted, señor lobo!
- ¡Niños, niños!, los panqueques, las rosquillas y ese exquisito pastel no eran un regalo del Niño Dios. Los trajo el Tío Lobo.
Los pollitos agradecidos saltaron sobre el lobo y le dieron cientos de besitos.
- ¡Gracias, gracias, Tío Lobo! ¡Eres el mejor cocinero del mundo!
El Tío Lobo no comió estofado esa noche, pero Mamá Gallina le preparó una cena deliciosa. "No he comido estofado de pollo, pero he hecho felices a los pequeñuelos", pensó mientras volvía a casa. "Tal vez mañana les prepare cien apetitosas galleticas".
EL ADIVINO:
Un día robó una sábana a una mujer, la escondió en un montón de paja y se empezó a alabar diciendo que estaba en su poder el adivinarlo todo. La mujer lo oyó y vino a él pidiéndole que adivinase dónde estaba su sábana. El campesino le preguntó:
-¿Y qué me darás por mi trabajo?
-Un pud de harina y una libra de manteca.
-Está bien.
Se puso a hacer como que meditaba, y luego le indicó el sitio donde estaba escondida la sábana.
Dos o tres días después desapareció un caballo que pertenecía a uno de los más ricos propietarios del pueblo. Era Escarabajo quien lo había robado y conducido al bosque, donde lo había atado a un árbol.
El señor mandó llamar al adivino, y éste, imitando los gestos y procedimientos de un verdadero mago, le dijo:
-Envía tus criados al bosque; allí está tu caballo atado a un árbol.
Fueron al bosque, encontraron el caballo, y el contento propietario dio al campesino cien rublos. Desde entonces creció su fama, extendiéndose por todo el país.
Por desgracia, ocurrió que al zar se le perdió su anillo nupcial, y por más que lo buscaron por todas partes no lo pudieron encontrar.
Entonces el zar mandó llamar al adivino, dando orden de que lo trajesen a su palacio lo más pronto posible. Los mensajeros, llegados al pueblo, cogieron al campesino, lo sentaron en un coche y lo llevaron a la capital. Escarabajo, con gran miedo, pensaba así:
«Ha llegado la hora de mi perdición. ¿Cómo podré adivinar dónde está el anillo? Se encolerizará el zar y me expulsarán del país o mandará que me maten.»
Lo llevaron ante el zar, y éste le dijo:
-¡Hola, amigo! Si adivinas dónde se halla mi anillo te recompensaré bien; pero si no haré que te corten la cabeza.
Y ordenó que lo encerrasen en una habitación separada, diciendo a sus servidores:
-Que le dejen solo para que medite toda la noche y me dé la contestación mañana temprano.
Lo llevaron a una habitación y lo dejaron allí solo.
El campesino se sentó en una silla y pensó para sus adentros: «¿Qué contestación daré al zar? Será mejor que espere la llegada de la noche y me escape; apenas los gallos canten tres veces huiré de aquí.»
El anillo del zar había sido robado por tres servidores de palacio; el uno era lacayo, el otro cocinero y el tercero cochero. Hablaron los tres entre sí, diciendo:
-¿Qué haremos? Si este adivino sabe que somos nosotros los que hemos robado el anillo, nos condenarán a muerte. Lo mejor será ir a escuchar a la puerta de su habitación; si no dice nada, tampoco lo diremos nosotros; pero si nos reconoce por ladrones, no hay más remedio que rogarle que no nos denuncie al zar.
Así lo acordaron, y el lacayo se fue a escuchar a la puerta. De pronto se oyó por primera vez el canto del gallo, y el campesino exclamó:
-¡Gracias a Dios! Ya está uno; hay que esperar a los otros dos.
Al lacayo se le paralizó el corazón de miedo. Acudió a sus compañeros, diciéndoles:
-¡Oh amigos, me ha reconocido! Apenas me acerqué a la puerta, exclamó: «Ya está uno; hay que esperar a los otros dos.»
-Espera, ahora iré yo -dijo el cochero; y se fue a escuchar a la puerta.
En aquel momento los gallos cantaron por segunda vez, y el campesino dijo:
-¡Gracias a Dios! Ya están dos; hay que esperar sólo al tercero.
El cochero llegó junto a sus compañeros y les dijo:
-¡Oh amigos, también me ha reconocido!
Entonces el cocinero les propuso:
-Si me reconoce también, iremos todos, nos echaremos a sus pies y le rogaremos que no nos denuncie y no cause nuestra perdición.
Los tres se dirigieron hacia la habitación, y el cocinero se acercó a la puerta para escuchar. De pronto cantaron los gallos por tercera vez, y el campesino, persignándose, exclamó:
-¡Gracias a Dios! ¡Ya están los tres!
Y se lanzó hacia la puerta con la intención de huir del palacio; pero los ladrones salieron a su encuentro y se echaron a sus plantas, suplicándole:
-Nuestras vidas están en tus manos. No nos pierdas; no nos denuncies al zar. Aquí tienes el anillo.
-Bueno; por esta vez los perdono -contestó el adivino.
Tomó el anillo, levantó una plancha del suelo y lo escondió debajo.
Por la mañana el zar, despertándose, hizo venir al adivino y le preguntó:
-¿Has pensado bastante?
-Sí, y ya sé dónde se halla el anillo. Se te ha caído, y rodando se ha metido debajo de esta plancha.
Quitaron la plancha y sacaron de allí el anillo. El zar recompensó generosamente a nuestro adivino, ordenó que le diesen de comer y beber y se fue a dar una vuelta por el jardín.
Cuando el zar paseaba por una vereda, vio un escarabajo, lo cogió y volvió a palacio.
-Oye -dijo a Escarabajo-: si eres adivino, tienes que adivinar qué es lo que tengo encerrado en mi puño.
El campesino se asustó y murmuró entre dientes:
-Escarabajo, ahora sí que estás cogido por la mano poderosa del zar.
-¡Es verdad! ¡Has acertado! -exclamó el zar.
Y dándole aún más dinero lo dejó irse a su casa colmado de honores.
LOS DOS AMIGOS Y EL OSO
Cuenta el escritor ruso León Tolstoi, que habían dos amigos,Pepe y Luis, los cuales decidieron salir a pasear al bosque.
Cuando estaban adentro, en la espesura, apareció un oso hambriento cerca de ellos.
Uno de ellos echó a correr, era Pepe, sin interesarse en lo más mínimo por la suerte de su amigo, y trepó a un árbol bien alto.
Su otro amigo no alcanzó a subir a un árbol así que optó por tenderse sobre el piso...Y allí se quedó inmóvil como si estuviera muerto.
El oso se acercó amenazante, lo husmeó y tomándolo por muerto se fue.
Entonces Pepe bajó del árbol, se acercó a su amigo, que aun estaba pálido y tembloroso, y le dijo:
“Oye, ese gran oso se te acercó tanto que parecía como si te estuviera diciendo algo..."
“El oso sí me habló", respondió el amigo. “Se me acercó mucho y me dijo una sola cosa al oído":
"No te fíes jamás de esos falsos amigos que cuando más los necesitas te abandonan en las dificultades".